domingo, 21 de febrero de 2021

En el Estanque Dorado - DAVE GRUSIN

Cuando en el año 1982, dos septuagenarios como Katherine Hepburn y Henry Fonda recibieron el Oscar a mejor actriz y mejor actor por el "En el Estanque Dorado", no solo se rendía un merecidísimo homenaje a toda una carrera como dos de las grandes estrellas de Hollywood, sino que también se reconocía la magnífica interpretación en unos de esos papeles a medida que cualquier actor/actriz desearía como colofón a su carrera. Ambos no acudieron a recoger su estatuilla. Para Fonda era su primer Oscar después de varias nominaciones pero se encontraba gravemente enfermo (desgraciadamente moriría unos meses después) y la Hepburn que ganaba su cuarto Oscar fue fiel a su costumbre y poco amante de asistir a este tipo de actos tampoco lo recogió personalmente ya que se encontraba interpretando una obra teatral en Nueva York. 

La película competía ese año con grandes producciones como "En busca del arca perdida", "Rojos" o Carros de fuego", demostrando que pequeñas historias intimistas sobre el amor, la vejez y las relaciones intergeneracionales podían llegar al gran público y tener un excelente eco comercial.

Dirigida por Mark Rydell, "En el estanque dorado" está basada en una obra teatral de Ernest Thompson, una historia en la que el autor decidió colocar sus recuerdos de infancia y sus reflexiones sobre el amor y el ser humano.

Ethel y Norman son un anciano matrimonio que pasa sus vacaciones en un paradisiaco lugar, "el estanque dorado", un lugar entre bosques y al lado de un lago. Norman, un hombre muy activo, soporta muy mal las limitaciones de la vejez y la cercanía de la muerte. En esto, inesperadamente aparece de visita su hija Chelsea (una magnífica Jane Fonda), que siempre ha mantenido una tensa relación con su padre. A partir de ahí asistimos a una clásica historia sobre el amor maduro y la reconciliación con uno mismo y con los demás.


La relación entre padres e hijos, en ocasiones tensa y afilada, es un filón que el director no desaprovecha y la película nos muestra un magnífico duelo interpretativo entre padre e hija en la historia y en la vida real, donde se puede apreciar la complicidad entre ambos. Por otra parte Katherine Hepburn, que puede que sea la mujer con la mirada más bella que ha dado el cine, muestra esa belleza interior desbordante, paciente y comprensiva, en el papel de la esposa profundamente enamorada de ese hombre, con un amor maduro que rezuma ternura en cada escena en que aparecen juntos.

Pocas veces en la pantalla se da el privilegio de observar un regalo tan auténtico, tan íntimo y sin tapujos, porque tanto Fonda como Hepburn se muestran más como seres humanos que como actores.

La música y la fotografía son totalmente evocadoras en los momentos justos en los que son requeridas, sin abusar, recreándose en unas bellas estampas difíciles de olvidar. Una película basada en relaciones humanas, sin artificios, simplemente una historia que brilla por su grandeza con unas inolvidables interpretaciones, que desde luego no deja a nadie indiferente.

"En el estanque dorado" es sin duda una de esas películas que te hace amar el cine, una verdadera obra maestra.

Dave Grusin aporta una de esas bandas sonoras sencillas, basada en una sensible melodía de una belleza inigualable, marcando en el comienzo del tema principal el sonido del bosque entre las sutiles notas del piano. Una música que encuentra su espacio entre las imágenes de ese lugar paradisiaco de una manera sutil pero expresiva.

La banda sonora alcanzó un gran éxito con nominación a los oscar incluida y se ha convertido con el tiempo en una de las piezas fundamentales en la filmografía de Grusin. Sin duda, una de sus partituras más efectivas y hermosas, aunque no muy larga. De hecho para reunir suficiente material para lanzar la banda sonora en LP, fue necesario agregar diálogos de la película a la partitura. Dave Grusin dedicó este disco a Henry Fonda con amor y respeto por su actuación y por la alegría que siempre brindó a lo largo de su carrera. 

Con esta banda sonora Grusin se uniría a ese grupo de compositores de élite que lograron convertirse en parte de la historia del cine al crear una melodía icónica de una belleza tan suprema que quedaría arraigada indeleblemente a la conciencia colectiva del público. Una melodía inmortal que ocupa legíticamente su lugar en la sala sagrada del Panteón de las grandes melodías de bandas sonoras.


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