domingo, 14 de septiembre de 2014

La Música de PASCAL GAIGNE (II) - Siete Mesas de Billar Francés

El oficio del "cine" como todo en esta vida se aprende, pero algunos lo llevan en la sangre como es el caso de Gracia Querejeta, una de las directoras más interesantes del panorama del cine español. Y es que haber crecido de la mano de Elias Querejeta uno de los personajes más importantes de nuestro cine, es el mejor aprendizaje que un cineasta pueda tener.


Desde sus inicios el cine de Gracia Querejeta se ha caracterizado por la sencillez, plasmada en unos magníficos guiones. "Siete Mesas de Billar Francés" es una de sus mejores películas, una historia de personajes al límite, inmersos en unas situaciones difíciles en los que se sobreponen a la adversidad y saben sacar lo mejor de sí mismos, una de esas historias dramáticas llevada al límite buscando siempre el lado más humano.

Todo empieza cuando Angela (Maribel Verdú) vuelve con su hijo a su ciudad natal al enterarse de la grave enfermedad de su padre del que se había distanciado. Al llegar y tras la muerte de este, Charo (Blanca Portillo) la novia de su padre le informa de la situación ruinosa del negocio que regentaban, un viejo salón de billar. Angela decidirá entonces sacarlo a flote, para lo cual y recordando lo que su padre le había enseñado, echará mano de los antiguos amigos de su padre para formar un equipo de competición que devuelva la brillantez al salón de billar.


Gracia Querejeta apuesta de nuevo por el drama más emotivo, pero por primera vez en su cine introduce momentos cómicos que se integran perfectamente en la historia de manera consecuente y con estilo gracias a un guión impecable. Las dos actrices principales están soberbias, en un duelo interpretativo de lo mejorcito del cine de los últimos años y quedó de manifiesto con la merecida Concha de Plata del Festival de San Sebastián para Blanca Portillo, que bien podría haber sido para ambas. Como ya viene siendo también habitual en nuestro cine, el resto del elenco está estupendo con un reparto de actores secundarios de lujo, de los que la directora saca lo mejorcito de cada uno de ellos.


Unas película que te hace pasar un rato muy agradable, ese tipo de cine con una buena historia, de las que consiguen emocionar.  


Otra vez Pascal Gaigne se mueve como pez en el agua poniendo música a esta historia, componiendo una banda sonora suave y melancólica, como en este tema principal donde utiliza el piano con una delicadeza y elegancia exquisitas.

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