Con "Babel", Alejandro González Iñarritu, nos ofrece su particular visión del tema de la globalización tan de actualidad en nuestros días. Como bien dice la película, el comportamiento de las personas no solo les afecta a ellos, sino a los que les rodean y a gente lejana que incluso no conocen. La película se articula en torno a cuatro historias sobre cuatro familias, una estadounidense, una mexicana, una marroquí y una japonesa, cada una con una vida diferente, en un pais diferente y con una lengua diferente, pero que en fondo comparten un mismo sentimiento de desesperación y aislamiento, y la propia incapacidad de comunicarse con su entorno.
Las cuatro historias que a priori pueden parecer forzadas, son fascinantes y la maestría con la que están rodadas hace olvidar cualquier sensación de falta de credibilidad. Porque si una cosa es destacable de esta película es la dirección, que Iñarritu reparte perfectamente, adaptándose magistralmente a cada situación y a cada uno de los lugares en los que transcurren las diferentes historias. Y aunque es lógico el desenvolvimiento con los personajes y cultura mexicanos y norteamericanos, es también sobresaliente como se involucra con otras dos culturas tan dispares como la marroquí y la japonesa en las que entra de lleno y se mueve con una soltura digna de admiración.
La película es dura y desgarradora y a pesar de mostrar crudamente la incomprensión, la frustración y la desesperación que afecta a las personas en este mundo tan complejo, en esta auténtica torre de Babel en la que vivimos, siempre hay una oportunidad para la esperanza.
Otro de los grandes logros de la película es el reparto de actores, tanto los de más renombre como Brad Pitt y Cate Blanchet soberbios y totalmente contenidos, como el resto de personajes secundarios con especial mención a Rinko Kikuchi la joven japonesa que sin pronunciar una sola palabra, está espléndida y muestra una interpretación verdaderamente estremecedora.
Una película que no deja indiferente y que nos muestra un ejemplo del mejor cine de los últimos años.
La película acaparó buena parte tanto de las nominaciones como de los premios cinematográficos a nivel internacional en el año 2006, incluyendo la mejor dirección en el Festival de Cannes, el Globo de Oro a la mejor película dramática y el Oscar a la mejor banda sonora.
Y es en la banda sonora, donde nos encontramos con uno de los aspectos más controvertidos de la película. A priori Babel parece una película que no necesite de mucha música original y más dada a una música étnica y de ambientación para situar las diferentes historias en los diferentes lugares del mundo en los que transcurre la acción. Pero sorprendentemente Gustavo Santaolalla, el compositor argentino habitual colaborador del cine de Iñarritu, nos ofrece uno de esos ejemplos de banda sonora totalmente inseparable a las imágenes a las que acompaña y que cuesta escuchar de manera aislada. Por eso cuesta creer como consiguió el Oscar frente a otras partituras más sinfónicas y espectaculares, en la que quizás los académicos premiaran el trabajo con más efectividad en la pantalla. La música con la guitarra como instrumento omnipresente, la utilización de instrumentos tribales, las voces y el ruido ambiental conforman una banda sonora impactante que se aprecia sobre todo en el contexto de las imágenes. Aparte de diferentes canciones y otros temas anteriores, quizás el tema más conocido de la película es la aportación de Ryuichi Sakamoto "Bibo No Aozora" una bellísima composición para piano con el acompañamiento del violonchelista brasileño Jaques Morelenbaum, que se escucha en esa escena final de la historia japonesa, con el encuentro sin palabras en el apartamento en Tokio entre padre e hija. Los tres temas siguientes, son "Endless Flight" un ejemplo de la música de Santaolalla y el tema "Bibo No Aozora" en su versión cinematográfica acompañando a la escena que he comentado y el mismo tema en una interpretación en directo de Sakamoto solo al piano, que me parece maravillosa.
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