viernes, 31 de diciembre de 2021

Las Series de TV y Su Música (VII) - Succession (NICHOLAS BRITELL)

El mundo de las series de TV dedicadas a familias poderosas que esconden en su interior un verdadero nido de serpientes, es casi infinito. Salvando las distancias con los cambios obligatorios impuestos por el avance de los tiempos, precedentes como "Dinastía", "Falcon Crest" o "Los Colby", marcaron un momento álgido en la televisión de los años 80, partiendo del eterno y manido tema del poder y del dinero, hasta desembocar en esta magnífica serie de la cadena HBO que merece estar en el podium de las mejores series de televisión hechas hasta la fecha.

Con tres temporadas (por el momento), "Succession" cuenta los entresijos de la familia Roy, Logan Roy el patriarca y sus cuatro hijos, que controlan uno de los mayores conglomerados audiovisuales y de entretenimiento del mundo. Adam Mckay, uno de sus productores se refirió a la serie como "El Rey Lear" de los medios de comunicación, pero sus protagonistas hacen buenos al rey Lear, sus hijas y los maridos de estas. Las luchas de poder por controlar la empresa y la forma maquiavélica con el que patriarca juega con las ambiciones de sus hijos en un constante vaivén de movimiento de sillas, sigue perfectamente el concepto de la traición shakesperiana y no deja de sorprender en cada movimiento de cada uno de los personajes por posicionarse como futuros herederos de la compañía.

Una familia que se mueve a un nivel de poder y riqueza grotesco, que son tan millonarios como miserables, en la que todos son desagradablemente odiosos, en su forma de comportarse y en su soez vocabulario.

Buenas interpretaciones en casi todo el reparto, que desarrollan cada personaje como las caricaturas que son y unas espléndidas localizaciones y situaciones que reflejan perfectamente el nivel de riqueza y opulencia en el que se mueven los miembros de esta peculiar familia.

Pero si de una cosa no hay duda es que los productores de la serie han acertado al 100% con la banda sonora de la serie. Y es que partiendo de un buenísimo tema principal que acompaña a los créditos iniciales de cada capítulo y que engancha desde su primera audición, el conjunto de la música compuesta por Nicholas Britell es una maravilla. 

El tema principal tremendamente pegadizo y adictivo, con ese piano tintineante y el sonido de las cuerdas punzantes, desarrollan una melodía que evoca perfectamente el poder y la codicia que rodea las tribulaciones de la familia Roy. 


Pero no todo queda ahí, Britell se ha ido superando con el resto de temas musicales, con nuevas variaciones siempre dentro de un estilo muy clásico, con la inclusión de algún tema más moderno con sonido de rap. Tanto melodías al piano, como bellísimos pasajes de música barroca que quedan perfectamente identificados en los títulos que aparecen en el listado de los temas de la edición de las bandas sonoras de cada temporada. Términos como "adagio", "rondo", "moderato", "intermezzo", "andante", "concerto grosso", dan idea de por donde van en esta ocasión los tiros musicales, tan bellos como certeros.



domingo, 21 de febrero de 2021

En el Estanque Dorado - DAVE GRUSIN

Cuando en el año 1982, dos septuagenarios como Katherine Hepburn y Henry Fonda recibieron el Oscar a mejor actriz y mejor actor por el "En el Estanque Dorado", no solo se rendía un merecidísimo homenaje a toda una carrera como dos de las grandes estrellas de Hollywood, sino que también se reconocía la magnífica interpretación en unos de esos papeles a medida que cualquier actor/actriz desearía como colofón a su carrera. Ambos no acudieron a recoger su estatuilla. Para Fonda era su primer Oscar después de varias nominaciones pero se encontraba gravemente enfermo (desgraciadamente moriría unos meses después) y la Hepburn que ganaba su cuarto Oscar fue fiel a su costumbre y poco amante de asistir a este tipo de actos tampoco lo recogió personalmente ya que se encontraba interpretando una obra teatral en Nueva York. 

La película competía ese año con grandes producciones como "En busca del arca perdida", "Rojos" o Carros de fuego", demostrando que pequeñas historias intimistas sobre el amor, la vejez y las relaciones intergeneracionales podían llegar al gran público y tener un excelente eco comercial.

Dirigida por Mark Rydell, "En el estanque dorado" está basada en una obra teatral de Ernest Thompson, una historia en la que el autor decidió colocar sus recuerdos de infancia y sus reflexiones sobre el amor y el ser humano.

Ethel y Norman son un anciano matrimonio que pasa sus vacaciones en un paradisiaco lugar, "el estanque dorado", un lugar entre bosques y al lado de un lago. Norman, un hombre muy activo, soporta muy mal las limitaciones de la vejez y la cercanía de la muerte. En esto, inesperadamente aparece de visita su hija Chelsea (una magnífica Jane Fonda), que siempre ha mantenido una tensa relación con su padre. A partir de ahí asistimos a una clásica historia sobre el amor maduro y la reconciliación con uno mismo y con los demás.


La relación entre padres e hijos, en ocasiones tensa y afilada, es un filón que el director no desaprovecha y la película nos muestra un magnífico duelo interpretativo entre padre e hija en la historia y en la vida real, donde se puede apreciar la complicidad entre ambos. Por otra parte Katherine Hepburn, que puede que sea la mujer con la mirada más bella que ha dado el cine, muestra esa belleza interior desbordante, paciente y comprensiva, en el papel de la esposa profundamente enamorada de ese hombre, con un amor maduro que rezuma ternura en cada escena en que aparecen juntos.

Pocas veces en la pantalla se da el privilegio de observar un regalo tan auténtico, tan íntimo y sin tapujos, porque tanto Fonda como Hepburn se muestran más como seres humanos que como actores.

La música y la fotografía son totalmente evocadoras en los momentos justos en los que son requeridas, sin abusar, recreándose en unas bellas estampas difíciles de olvidar. Una película basada en relaciones humanas, sin artificios, simplemente una historia que brilla por su grandeza con unas inolvidables interpretaciones, que desde luego no deja a nadie indiferente.

"En el estanque dorado" es sin duda una de esas películas que te hace amar el cine, una verdadera obra maestra.

Dave Grusin aporta una de esas bandas sonoras sencillas, basada en una sensible melodía de una belleza inigualable, marcando en el comienzo del tema principal el sonido del bosque entre las sutiles notas del piano. Una música que encuentra su espacio entre las imágenes de ese lugar paradisiaco de una manera sutil pero expresiva.

La banda sonora alcanzó un gran éxito con nominación a los oscar incluida y se ha convertido con el tiempo en una de las piezas fundamentales en la filmografía de Grusin. Sin duda, una de sus partituras más efectivas y hermosas, aunque no muy larga. De hecho para reunir suficiente material para lanzar la banda sonora en LP, fue necesario agregar diálogos de la película a la partitura. Dave Grusin dedicó este disco a Henry Fonda con amor y respeto por su actuación y por la alegría que siempre brindó a lo largo de su carrera. 

Con esta banda sonora Grusin se uniría a ese grupo de compositores de élite que lograron convertirse en parte de la historia del cine al crear una melodía icónica de una belleza tan suprema que quedaría arraigada indeleblemente a la conciencia colectiva del público. Una melodía inmortal que ocupa legíticamente su lugar en la sala sagrada del Panteón de las grandes melodías de bandas sonoras.


martes, 2 de febrero de 2021

Unico Testigo - MAURICE JARRE

"Unico Testigo" es un thriller policiaco del año 1985 dirigido por Peter Weir. La película supuso su debut en el cine norteamericano y la consagración definitiva del realizador australiano tras el éxito internacional que había supuesto su anterior película "El años que vivimos peligrosamente", demostrando la capacidad del cineasta para adaptarse a cualquier proyecto de encargo sin perder su sello de autor.

La película tiene ese aliciente costumbrista mostrando el mundo de los Amish a través de un estupendo guion que consiguió el Oscar ese año con todo merecimiento. 

En su primer viaje a Nueva York, Samuel (Lukas Haas) un niño amish, presencia el brutal  asesinato de un hombre en los lavabos de la estación. John Book (Harrison Ford) policía encargado del caso tendrá que proteger al niño y a su madre (Kelly McGuillis), de quienes quieren eliminar a ese "único testigo" sea como sea. Book al enterarse que todo se debe a una trama de corrupción policial tendrá que huir refugiándose con ellos en su comunidad.

La película es un thriller con mayúsculas de intachable factura, centrado más en los personajes que en la trama criminal. La historia presenta la confrontación entre la creencia en los valores primitivos del pueblo amish y el escepticismo del personaje del policía que debe ocultarse y vivir entre ellos. Su relación con el niño, su madre una joven viuda de la que se enamora y el suegro de esta, que lo acogen en su casa, harán que el rudo policía recupere parte de la inocencia perdida, aprendiendo a compartir y a convivir en armonía en esa comunidad. Pero al final terminará asumiendo la imposibilidad de formar parte de un mundo que aprende a comprender, pero que le es ajeno y renunciará a una improbable felicidad como esposo y padre.

Harrison Ford envuelto en la vorágine de esos años que suponían sus personajes como Han Solo e Indiana Jones, apostó personalmente por el cine culto y casi independiente que a Peter Weir tanto le gustaba hacer y acertó de pleno.

La película tuvo un gran éxito de crítica y público desde su estreno, consiguiendo dos Oscar y varios premios internacionales y ha quedado como un clásico del buen cine comercial de los 80.

La película tiene un par de escenas memorables que guardan una estrecha relación con la  banda sonora. Por un lado la escena en la que Book, una noche consigue arreglar su coche y en la radio suena  "Wonderful world" de Sam Cooke. Al son de la música, el personaje de Harrison Ford efectúa todo un ritual de cortejo y seducción para sacar a bailar a la viuda que con total entrega y admiración vence la resistencia que religiosamente prohibe a los miembros de su comunidad caer en la tentación que supone la música y el baile. 


Para la banda sonora Weir vuelve a contar con Maurice Jarre, con el que había trabajado en su anterior película. El músico francés se alejó de sus míticas orquestaciones y exploró y creó para esta película una de las primeras partituras para cine comercial compuesta íntegramente por música electrónica. 
Jarre volvió a deslumbrar con una excelente partitura, consiguiendo crear una atmósfera idónea. Una música que es por un lado conmovedora, y por otro llena de tensión.
Una perfecta combinación de instrumentación sinfónico-electrónica que convierte la banda sonora en un placer que se puede disfrutar independientemente de la película.

La otra gran escena es la de la construcción del granero y aquí es donde Jarre se lució con un tema bellísimo, "Building the barn", una de esas escenas catalogadas como que no sería nada sin su banda sonora. La música de Jarre para esta secuencia ayuda a que la construcción de este granero no solo no resulte pesada sino que emocione.



Y como no la escena final en la que sin decirse nada, las miradas de John y Rachel lo dicen todo.