
Y como no podía ser de otro modo, la música siempre ha acompañando a las imágenes olímpicas, normalmente en forma de himnos y fanfarrias para remarcar la solemnidad y grandiosidad de cualquiera de los acontecimientos deportivos que se suceden y sobre todo ajustándose al estilo festivo que caracteriza las ceremonias de inauguración y clausura, tan espectaculares en los últimos tiempos.
Desde el punto de vista musical, quizás una de las melodías má conocida asociada a unas Olimpiadas sea el tema que Vangelis compuso para la banda sonora de la película "Carros de Fuego" ambientada en los Juegos Olímpicos de Paris en 1924, y que aunque no es una música oficial si es un referente, con ese tema tan evocador sobre las imágenes a cámara lenta de los atletas corriendo por una playa.
Muchos grandes compositores han contribuido también creando espectaculares melodías para los Juegos Olímpicos, pero sin desmerecer a los demás creo que ha sido John Williams el que quizás ha sabido plasmar mejor en la música, que en varias ocasiones ha creado para las Olimpiadas, el espíritu olímpico, la grandiosidad de unos Juegos y esa inspiración "mitológica" que ya estaba presente en las bandas sonoras de películas como "Indiana Jones" o "Superman".
Williams, como los demás compositores que han contribuido con su música a unos Juegos, han sabido siempre plasmar en esa música la idea de que la propia existencia de los Juegos Olímpicos, nos ennoblece de tal forma que, por un breve instante, no nos importa quien gana y quien pierde, tal como queda reflejado en las palabras de el barón Pierre de Coubertin, fundador de los juego olímpicos modernos:
"Lo importante en los Juegos Olímpicos no es ganar, sino participar. Lo importante en la vida no es el triunfo, sino el esfuerzo. Lo esencial no es haber conquistado, sino haber luchado bien. Difundir estos preceptos es erigir una humanidad más fuerte, más valiente y, sobre todo, más escrupulosa y generosa".

El segundo tema es "Summon the Heroes" que Williams compuso con ocasión de la celebración del centenario de los Juegos olímpicos modernos en Atlanta, Georgia en 1996 y que dedicó al trompetista Tim Morrison con el que tantas veces ha colaborado en la mayoría de sus bandas sonoras.
Una música espectacular para acompañar uno de los acontecimientos más espectaculares y universales que existen.
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